miércoles, 15 de octubre de 2008

Cosas que le pasan a uno

“He arrojado mi vida a un recoveco monstruoso”, así comenzaban las líneas que le tocaban decir a mi amiga el día que actuó en una obra de teatro inspirada en “Los 7 Locos” de Roberto Arlt. Justamente hoy planeaba ir a ver la muestra homenaje en su honor (a Arlt aunque mi amiga también se lo merece) en el Centro Cultural Borges, pero la lluvia y la mala predisposición de mi acompañante, que resulta tenía-otras-cosas-más-interesantes-que-hacer, frustraron mis planes que fueron suplantados por un prolongada siesta mitigada por el sonido de una aspiradora y por mi vehemente sensación de vacío existencial.
Será la neurosis quizás, que tampoco se qué significa cabalmente, pero, a juzgar por cómo suena, debe ser eso, sobre todo por el “sis” final que siempre alude a la idea de patología, excepto en el caso de palabras como “ósmosis” o “metástasis”. No fui a colegio humanista como lo hicieron el resto de mis hermanos así que no se latín y sus derivados, sin embargo me doy el tupé de improvisar.
Escucho cómo se llena la bañera y también atiendo a mis propios pensamientos aunque prefiero dejarlos en stand by para repensarlos en el agua y si tomo coraje, hacerlo debajo del agua.
Se suman las razones para tomar ácido muriático o cicuta si lo que pretendo es darle un sentido más filosófico a la intrascendencia de mis motivos.

2 comentarios:

  1. Yo suelo elegir arrojarme al vacío de mi imaginación. (o de mi inteligencia, ya que se trata de vacío)

    ResponderEliminar
  2. mala predisposición?? mirá vos, che... parece que la vida es más injusta de lo que uno piensa, no?

    ResponderEliminar

Comentar es gratis.