¿Desde cuándo las inocentes palabras, que incluso carecen de intenciones -lingüísticamente hablando-, son dañinas, prohibidas, repudiadas y/o grasas?
Algunos recordarán a aquel facho personaje de ChaChaChá que a los fines de “Educar al Soberano” corregía con un determinante NO que emanaba por debajo de sus exuberantes bigotes a aquel mecánico, sindicalista o jugador de quiniela que aducía haberse comido un asado “pulenta”, haber jugado con los amigos al “julgo” o haberle pedido a su mujer que le rascase la espalda “endemientras” veía televisión.
Vedadas están de pronto palabras y expresiones que me resultaron siempre inofensivas tales como malla, rojo, evento, tomar la leche e incluso mantel (que ahora me doy por enterada que lo aceptado es denominarlo “paño”).
Pero yo me resisto a abandonarlas y soy capaz hasta de incorporar un chomba, riñoñera o un merienda y, si me inflo el pecho de valentía, puedo arremeter con una blusa, unos championes y una falda para salir a la calle como loca.
Será que tuve una vida anterior chorreante y resbalosa o que me entusiasmé con la idea de que toda cursilería y mersada puede pasar por “cool” al ser justificada con un: “soy kitsch”.
Algunos recordarán a aquel facho personaje de ChaChaChá que a los fines de “Educar al Soberano” corregía con un determinante NO que emanaba por debajo de sus exuberantes bigotes a aquel mecánico, sindicalista o jugador de quiniela que aducía haberse comido un asado “pulenta”, haber jugado con los amigos al “julgo” o haberle pedido a su mujer que le rascase la espalda “endemientras” veía televisión.
Vedadas están de pronto palabras y expresiones que me resultaron siempre inofensivas tales como malla, rojo, evento, tomar la leche e incluso mantel (que ahora me doy por enterada que lo aceptado es denominarlo “paño”).
Pero yo me resisto a abandonarlas y soy capaz hasta de incorporar un chomba, riñoñera o un merienda y, si me inflo el pecho de valentía, puedo arremeter con una blusa, unos championes y una falda para salir a la calle como loca.
Será que tuve una vida anterior chorreante y resbalosa o que me entusiasmé con la idea de que toda cursilería y mersada puede pasar por “cool” al ser justificada con un: “soy kitsch”.
