Los días comunes y corrientes son aquellos en los que en la agenda no figura cumpleaños alguno, no es el aniversario de nada que haya sucedido en el último tiempo y merezca ser rememorado, no hay reencuentro de promoción del colegio o de ex compañeros de alguna institución que haya logrado reunir gente dispar. Generalmente los lunes o martes suelen ser días comunes y corrientes, a veces un que otro miércoles, pero nunca un viernes, sábado o domingo y muchísimo menos un feriado podría ser alguna vez un día regular.
En la noche de un día común y corriente uno puede elegir irse a dormir tranquilamente y sin ningún tipo de culpa, o ver una película malísima en el cable sin sentir que está perdiendo el tiempo.
Un día común y corriente es como una hoja en blanco, nada está dicho y uno es artífice de su propio destino. Los días comunes y corrientes cada vez son menos comunes y corrientes porque en estos días es cuando más nos sorprendemos o más cosas inesperadas ocurren. O no pasa nada y lo justificamos pensando “y bueno, fue un día común y corriente”.
Amo los días comunes y corrientes. No se me ocurre nada más sofisticado ni inteligente para decir al respecto, pero hoy es un día común y corriente y hago lo que quiero.
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