Afuera garúa finito y calculo a modo de consuelo que esa es la razón por la cual los sucesos que suelen componer un día tipo en la vida de uno, pueden tornarse en poco agraciados y hasta catastróficos sobretodo si uno es mujer y padece la regla.
A razón de mi inspiración producto del “a esta altura ya todo me importa tres carajos”, provoqué el replanteamiento de su existencia a un tal Cristian, agente del call center de una empresa de celulares que tiene al hijo de Ricky Martinez como cara visible y en la cual todo trámite es exactamente lo contrario a lo que reza su nombre.
Cuestioné a madre a través de un sms apocalíptico: “Cómo puede ser que exista gente tan oportunista? Estoy estresada”. No me contestó, quizás a falta de respuestas para semejante pregunta o porque se habrá estado riendo a más no dar por mi exagerada visión de las cosas. La razón de ser del interrogante partía del hecho de que habíale prestado mi casa a mi hermano durante el fin de semana para encontrarla el domingo a la noche no sólo cubierta de vello masculino por doquier, sino con platos sucios en la cocina y la ducha rota, si, rota. Sumado a este hecho, la gente de un conocido local de venta de entradas a conciertos desmintieron mi afirmación acerca de que las entradas que pretendía devolver (dado que el recital se suspendió por lluvia) habíanme costado en aquel entonces $70 cada una. Me devolvieron el dinero, pero sostenían que yo había pagado $65 por cada ticket y se dieron el tupé de no sólo robarme $15, sino de pretender que les de 5 para el cambio. Si si claro, cómo no.
Eran apenas las 2 de la tarde y mi día ya era un maldito fracaso. En el camino de vuelta a casa me llovía en plena cara y remera blanca mientras cargaba bolsas de super y unos zapatitos de porquería que no se ajustan en absoluto ni a mi estilo ni a mis dedos que ya evidenciaban una ampolla por la coerción ejercida. Y claro, el ascensor no andaba y me esforcé por no sacudir la Coca Light y esparcirla por todo el pallier cual champagne en mano de automovilista, sólo porque tenía mucha sed y estaba bien fría. Subí obedientemente los 7 escalones, sólo respondiendo a las órdenes de mi superyo que me aconsejaba no perder la calma.
Afortunados aquellos que pueden reírse de las sucesivas desgracias ajenas, sólo porque no son propias. Jacqueline Dutra chocó con su camioneta en la autopista La Plata – Buenos Aires y tiene un corte en el ojo y otro en el mentón. Evidentemente hay gente que la está pasando peor. El mentón todavía lo tengo sano así que no puedo quejarme.
Ah y no tengo vacaciones este enero.
Laaaaiiiffff iiissss guuuudddd iiieeeeeeeeee.
A razón de mi inspiración producto del “a esta altura ya todo me importa tres carajos”, provoqué el replanteamiento de su existencia a un tal Cristian, agente del call center de una empresa de celulares que tiene al hijo de Ricky Martinez como cara visible y en la cual todo trámite es exactamente lo contrario a lo que reza su nombre.
Cuestioné a madre a través de un sms apocalíptico: “Cómo puede ser que exista gente tan oportunista? Estoy estresada”. No me contestó, quizás a falta de respuestas para semejante pregunta o porque se habrá estado riendo a más no dar por mi exagerada visión de las cosas. La razón de ser del interrogante partía del hecho de que habíale prestado mi casa a mi hermano durante el fin de semana para encontrarla el domingo a la noche no sólo cubierta de vello masculino por doquier, sino con platos sucios en la cocina y la ducha rota, si, rota. Sumado a este hecho, la gente de un conocido local de venta de entradas a conciertos desmintieron mi afirmación acerca de que las entradas que pretendía devolver (dado que el recital se suspendió por lluvia) habíanme costado en aquel entonces $70 cada una. Me devolvieron el dinero, pero sostenían que yo había pagado $65 por cada ticket y se dieron el tupé de no sólo robarme $15, sino de pretender que les de 5 para el cambio. Si si claro, cómo no.
Eran apenas las 2 de la tarde y mi día ya era un maldito fracaso. En el camino de vuelta a casa me llovía en plena cara y remera blanca mientras cargaba bolsas de super y unos zapatitos de porquería que no se ajustan en absoluto ni a mi estilo ni a mis dedos que ya evidenciaban una ampolla por la coerción ejercida. Y claro, el ascensor no andaba y me esforcé por no sacudir la Coca Light y esparcirla por todo el pallier cual champagne en mano de automovilista, sólo porque tenía mucha sed y estaba bien fría. Subí obedientemente los 7 escalones, sólo respondiendo a las órdenes de mi superyo que me aconsejaba no perder la calma.
Afortunados aquellos que pueden reírse de las sucesivas desgracias ajenas, sólo porque no son propias. Jacqueline Dutra chocó con su camioneta en la autopista La Plata – Buenos Aires y tiene un corte en el ojo y otro en el mentón. Evidentemente hay gente que la está pasando peor. El mentón todavía lo tengo sano así que no puedo quejarme.
Ah y no tengo vacaciones este enero.
Laaaaiiiffff iiissss guuuudddd iiieeeeeeeeee.
Coca, no se me queje... te cuento un dia mio y como diria la tana ferro: te caes de orto.
ResponderEliminardisfruta de que la lluvia acaricie tu rostro y que el vello masculino invada tu bañera...:)!
alfon
Es el aniversario del Ojo, pero tengo sueño ... estos ojos se van a cerrar. Quería ir. Me iba a lastimar el rostro en tu honor, pero bue ... otra vez será.
ResponderEliminarYo no me quejo chiquito Santiago, hago una payada de mis sucesivos eventos poco afortunados. Me alegro saberlo aún entre mis lectores. Mucho aprecio por este lado.
ResponderEliminarMe saqué la maldita venda hace unos días y vaya sorpresa mi cara está intacta. Qué aburrido, creí que el Ojo me había otorgado la posibilidad de hacer un cambio de look espontáneo y poder alardear de una herida en pleno campo de batalla pop y alocado.
Coca ¿¿hace falta que vaya a Córdoba a buscarte por la puerta de tu casa para que saques a pasear tu cuerpo por las confiterías bailables?? Si es necesario no tengo problema en hacerlo eh. Vos chiflá que yo aparezco.
yo no se quién fue el que dijo "la pucha que vale la pena estar vivo"... seguro que fue alguien que pensaba que la estaba pasando bien. pero no. nadie la pasa bien. es peor, o mas peor, o menos peor, pero no bien... así que, en vez de quejarme de las cosas que me pasaban, empecé a escupir a las señoras que hacen programas de televisión en los cuales entrevista a boludos y boludas emperifollados como si fueran los reyes del país de las bananas , lugar en el cual también son todos boludos, igual o más que aquellos boludos que responden a cuestiones sin sentido; pero, esto, no transforma a estos boludos entrevistados en reyes, sino que los reduce a ser una triste parodia de aquellos boludos sangre azul.
ResponderEliminary, entonces, de repente, me dí cuenta de que no es tan preciso lo que decía sino que más bien era un ataque desaforado de maldad y celos y desamor y tristeza y bronca y nostalgia y odio y...
hace tiempo ya, que relegué a un vigésimo cuarto plano las quejas por los infortunios, sin ellos no se que sería de este bodrio; al fin es lo único que rompe el maldito tedio de la rutina... o mejor, el maldito tedio de mi vida... mi triste vida... ahora es tu triste vida... tres tristes tigres comen trigo en un trigal... te tendrías que haber avivado antes... yo ahora no puedo hacer nada... me morí hace un par de años, y vos ni te diste cuenta, estabas ocupada en otros cosos... ahora, tal vez nos veamos en el infierno... pegame un grito y nos tomamos un gin tonic... amén...
de jouli goust