jueves, 13 de noviembre de 2014

Entrevista a Liliana Vitale: "La energía del arte es revolucionaria"

En lo de Vitale puede pasar que mamá Esther esté revolviendo un guiso en la cocina mientras habla por teléfono con Sony y que hermano Lito reciba a un músico que llega para grabar con la misma calidez con la que le da la bienvenida a una periodista que busca a su hermana: Liliana está arriba, cebando mate en una terraza repleta de plantas frondosas.


La casa de los Vitale en San Telmo es, además de un centro de unión y reunión, una usina creadora de donde salieron algunas de las experiencias más ricas de la música popular argentina: hay un estudio de grabación, allí funciona el sello CICLO 3, hace poco inauguraron una suerte de editorial y arriba es donde Lili da clases de canto. Impartir enseñanzas en una constante en la vida de los Vitale. Fue su papá, Donvi, quien les inculcó el valor de la pedagogía como acceso a la libertad. "Tener conciencia de las condiciones y, a la vez, tener conciencia de los condicionamientos. Y al saber cuáles son las limitaciones, empezás a sentirte más libre", dicen que decía.
En lo de Vitale está todo atravesado y conectado: el arte, la familia, la música, el aprendizaje, la literatura. Cada cosa es parte del todo. Tal como sucedía en M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), la primera experiencia de los Vitale funcionando en tandem, motorizada por mamá Esther - Esther Soto, cantante, antropóloga y autora del libro de poesías ‘Adalay, las almas sin edad’-  y papá Donvi - Rubens Vitale, dirigente sindical, maestro de músicos y autor del libro ‘Un linyera establecido’-.  En M.I.A. todos hacían todo y lo interesante era su sistema organizativo: la mayor parte eran alumnos de Donvi (y alumnos de los alumnos), entroncados con los grupos de rock argentino. Pero no era un grupo armado, era una agrupación de músicos que se integraban entre ellos formando dúos, tríos, cuartetos, lo que les viniera en gana, o según cómo lo sintieran. Más de 20 personas pasaron por M.I.A., no sólo músicos, también poetas, artistas plásticos, técnicos, productores. Además de los Vitale estaban Alberto Muñoz, Nono Belvis, Juan del Barrio, Daniel Curto, Verónica Condomí, Perla Tarello, Carlos Melero, Gustavo Mozzi, Mex Urtizberea, Kike Sanzol, Andrea Alvarez y Luis Samolsky, entre otros. La experiencia se llevó adelante a lo largo de cinco años y fue la primera propuesta independiente dentro del rock made in Argentina en tiempos de dictadura militar, era un refugio cultural. Editaron cuatro discos: ‘Transparencias’ (1976),’Mágicos Juegos del Tiempo’ (1977), ‘Cornonstipicum’ (1978) y ‘Conciertos’(1979, un álbum triple en vivo) y todos salieron bajo el sello CICLO 3, la misma firma que usa Liliana hoy para sus discos.
M.I.A., en calidad de cooperativa artística independiente, desafió el ritmo de su época y sembró el germen de la autogestión en el ambiente de la música argentina. Hasta los Redondos guiaron su carrera inspirados por la iniciativa de los Vitale.
A mediados de los ‘70, Liliana tenía unos 18 años y la experiencia con M.I.A. fue su educación musical, pero sobre todo sentimental. Así fue como aprendió a hacerlo todo desde ese lugar experimental, autogestionado, independiente, abierto a la participación. En M.I.A. Liliana tocaba la batería, un poco a instancias de que Lito necesitaba un baterista y a ella todo le daba curiosidad. “Cuando éramos chicos nos decían que parecíamos Los Carpenters, además yo tengo una coloratura medio grave en la voz como Karen, pero nunca quisimos eso con Lito, ni ser los Pimpinela, ni los hermanos que cantan, nos parecía horrible. Nunca hicimos dúo porque él es muy músico instrumental, más de los sonidos, y yo tengo todo este rollo con las palabras y la poesía”.
Este amor por la musicalidad de los textos, la llevó a Liliana a incluir en ‘Al día’ -su último disco/DVD- una suerte de spoken word que juega con textos de Julio Cortazar y de Miguel Abuelo. Algo muy parecido hizo en 2002 con el álbum "La vida en los pliegues", basado en obras del poeta suizo Henri Michaux y grabado junto a Bam Bam Miranda en percusión, Lito en teclados y las ilustraciones del artista Jorge Cuello decorando el arte del disco. El material fue compuesto, ensayado y grabado en 1990 en “la casita de mis viejos”, como le dice Liliana a la casona de San Telmo, pero por cuestiones de derechos de la obra de Michaux, salió a la venta recién doce años después.
“Hago una intervención rítmica sobre los textos y en vivo sale siempre distinto. Hay una estructura definida, pero hay un margen que tiene cierta soltura, como si las palabras fueran macerándose y haciendo su forma. Así me ha pasado con muchas cosas”, explica sobre ‘Al día’, su séptimo disco solista.
La banda que formó espontáneamente, como le gusta hacer las cosas a Lili, está compuesta por Facundo Guevara y Ana Ponce en percusión, Kike Ferrari en contrabajo, Eliana Liuni como vientista y Mariano Delgado en la guitarra. Ella toca el piano y canta, recita, oficia de curadora.  “En el disco hay tres cosas inéditas y hay nueve canciones que ya había grabado en otros discos y que son versiones actuales de esos temas. De lo nuevo está el texto de Cortázar y Buen día día de Miguel Abuelo que tiene que ver con la textura que la palabra va adquiriendo adentro de uno y también con la performance de decirlo en vivo. También hay un devenir armónico debajo del texto, Buen día día es un poema largo y Miguel lo hizo sobre dos acordes, tiene un viaje impresionante”.
¿Lo conociste a Miguel Abuelo?
Sí.
En ese texto, las palabras son instrumentos.
Yo empecé a jugar con la armonía entonces hay unos cambios musicales debajo. Para terminar el disco pusimos “Jardín de Gente” de Spinetta y eso salió azarosamente en una prueba de sonido cuando estábamos por arrancar la sesión de grabación y filmación. Estábamos probando sonido y yo empecé a tocarla en el piano, Facu agarró el cajón,  Kike el contrabajo y quedó una versión muy a la parrilla sin arreglos.
¿Por qué elegiste ese tema?
Porque me enganchó desde la primera vez que escuché Los Socios del Desierto y porque siempre ando cantando canciones de Spinetta en distintos momentos de la vida y en ese momento era “Jardin de Gente”. La dejé así porque, aunque fue azarosamente, es como un epílogo, es un comentario político o social que nunca había explicitado en las cosas que hice. Siempre me interesó la política, desde muy jovencita: soy de la generación del 70. En la escuela era la delegada, estaba acá y allá, iba a las reuniones... hasta que en el Golpe estaba simultáneamente en el grupo M.I.A. y, como mucha otra gente, dejé la militancia y todo fue la música, el rock, el quehacer artístico. Por un lado fue buenísimo porque me salvé la vida, pero por otro lado quedó una vocación política trunca, quedó como blindado, cortado y practicamente no retomado. Cuando comienza la democracia, el alfonsinisimo, hubo un despertar de la participación pero tampoco tenía la característica de la participación consciente que hoy podés ver en la sociedad. A favor o en contra, pero hay un haber abierto los ojos a un verdadero juego de poder que uno ignoraba. Yo fui criada con gobiernos militares en donde el bacalao se cortaba en lugares misteriosos y no sabías bien.
Hoy también hay otro acceso a la información y los jóvenes se animan a participar.
Claro que sí. Los jóvenes que militaban contemporáneos conmigo a muchos los liquidaron.
El comentario político en “Jardín de Gente”, ¿dónde lo encontrás?
Spinetta escribe esta canción en los 90 y critica la realidad en un momento en el que se vivía un individualismo y un liberalismo a full, de sálvese quien pueda y de cantidad de gente cayéndose de la lona tremendamente, una gran clase media y los estratos de poder más altos disfrutando mucho de comprar en Miami. Una cosa espantosa. Spinetta dice ‘estas ciego al creer que podés evitar este jardín de gente’...
Habla del collage también.
¡El collage de la depredación humana! La insensibilidad de ver gente durmiendo en la calle, comiendo de la basura, como si todo el mundo hubiera tenido una amnesia de que acá en la esquina vivía una familia. Yo ahora no veo gente durmiendo en la calle en San Telmo. Acá a la vuelta había unas 70 personas durmiendo en la esquina en el 2001, 2002. La gente que protesta es en ese lugar que el collage de la depredación humana no tiene tiempo. El tipo que no ve con el corazón lo que está pasando a su alrededor y solo ve su propio interés y si aumentó el dolar. La canción de Spinetta es una especie de grito desenfrenado de decir ‘alguien debió conservar y cuidar...’. Hay que cuidar y proteger, con dinero no se compra el amor, y parece una perogrullada pero hay que recordarlo cada tanto, por eso me parece un comentario político.
Y desde un lugar poético.
Claro, sin ir directamente. Y bueno, es Spinetta.
¿Lo conociste a Spinetta?
Sí.


La curiosidad inagotable de Liliana la lleva a estar constantemente cuestionándose y buscando. Su libertad creativa escapa a los cánones establecidos y lo suyo es una revolución permanente: desde la música, desde la palabra, desde la manera que tiene de hacer las cosas y contagiarlo. Ahora está entusiasmada con su nuevo disco, que la tiene “requete feliz y al día, como se llama el disco”. Liliana cree en la empatía, en que el azar no es sólo azar, que las cosas suceden por alguna razón a veces oculta. Es que ella está atenta a esas vibraciones que resultan en armonía, como pasa con la música.
“Tengo y tenía planes de hacer algún trabajo nuevo pero en ese interín, el azar de la vida me cruza con estos músicos. Primero con Eliana y Ana y tocamos bastante en trío, eso me reconfiguró el amor por la comunicación con los músicos y la música que sucede en ese intercambio”, cuenta Lili. “Más que pensar un disco y decir ‘quiero llamar a’, simplemente el toque -invitar a uno, a otro-, en ese azar empezaron a sonar nuevos algunos temas viejos y mientras tanto iba buscando textos como el de Cortázar o Buen día día. En un momento, gracias a mi hermano que es de una generosidad infinita y hermosa, pude llevar a cabo una filmación para un DVD, algo como para aggionarme también porque hacía años que no sacaba un disco solista, desde ‘Al amparo del cielo’ (2006). Para ‘Al día’, tenía toda la disposición a ver qué pasaba ahora y sobre todo la pulsión de decir ‘básicamente el texto de Cortázar y Buen día día’, las ganas de hacer backup. En el disco puse: ‘Las palabras de los poetas para ponerse al día’.
¿De ahí tomás el nombre del disco?
El disco, de entrada, se llamó ‘Al día’. Es como atrapar un presente. No estuvo muy planeado, fue hecho en el fragor de las cosas, ahí fue tomando forma. Esto fue medio como en vivo y tengo ganas de tocarlo mucho.
Es un nombre muy positivo.
Es vivir el presente, estar ahí. Además está lo diurno...
Estar “al día” es estar a la altura de las circunstancias también.
Claro, y por eso lo político, porque me importa. Aunque no tenga que ver con lo artístico, pero lo artistico sí se recorta de tiempo y espacio. Spinetta, 25 años atrás, puede hacer un tema que hoy significa y pasado mañana también, pero en este presente no es menor cómo está - inclusive el Estado mismo- yendo a la vanguardia de cosas que la sociedad no ha terminado de deglutir, eso es lo que me parece alucinante. Generalmente, los Estados sobreponen unas situación de opresión frente al pueblo - como en las dictaduras- o son recontra burgueses, caretas, y son las luchas populares las que corren el arco, las que generan los cambios profundos. Ahora, que un Estado además tome las banderas, y se adelante a los reclamos populares… Me encanta pertenecer a este tiempo. Se asienta un precedente de vinculación en Latinoamérica que, aunque venga otro signo político, ya existe lo del interés común, sino defender las cosas que uno hace como concepto general, como amor por el lugar que te nutre. Eso sería un nivelar para arriba, ojalá todos los signos políticos participaran de la contienda que sea, que ninguna vaya para atrás con cosas que ya fueron para adelante, después cada uno hará su estilo, su onda.
Hay varios casos en que el arte legitimó luchas sociales, muchas minorías que reivindicaron sus banderas a través del arte, es decir, tiene un rol importante dentro de los cambios profundos del inconsciente colectivo.

La energía del arte es revolucionaria de por sí porque te mueve el piso, te sensibiliza, mientras que las estructuras, en general, lo que tienden es a insensibilizarte, a mantenerte fijo e inmóvil.

Publicada en revista Último Round Junio 2014

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