jueves, 30 de agosto de 2007

DIALOGAR: ¿hablar como el otro o hablar como el orto?


Estamos todos inmersos en esta bolsa amniótica que es la comunicación. Respiramos, comemos, en fin, vivimos adentro de ella y ahí es donde se gestan todas las relaciones interpersonales que entablamos todos los días.
Compartir un universo implica hablar el mismo idioma y no me refiero precisamente a las lenguas características de cada zona geográfica, sino entenderse. El diálogo es entonces la habilidad que nos permite asimilar las ideas ajenas con una comprensión tal que hasta nos da la posibilidad de ponernos en el lugar del otro para entenderlo.
Tres tipos de mundo son los que se conjugan en este intercambio (obviando los que van desde el 1ero al 3ero, divididos por razones económicas y políticas): el mundo objetivo, el subjetivo y el de la lengua.
El primero se refiere a experiencias de mundo, es decir, objetos, lugares, personas, que resultan familiares y fácilmente reconocibles a todos. El subjetivo es aquel que refleja una intención por parte del que habla y la correspondiente predisposición del que escucha determinará el alcance. Por último, el de la lengua, trata de la decodificación de los signos, símbolos y demás formas previamente consensuadas socialmente para significar y de ese modo, transmitir.
Pero... atenerse a los desfasajes, porque si en España te acercas a una elegante tienda de ropa y pides que te muestren aquella moderna "pollera" exhibida en vidriera, probablemente la vendedora, desconcertada, creerá que lo que estas buscando en realidad es un calzoncillo para albergar alguna polla.
Entonces, para dialogar es preciso que "hablemos como el otro", adoptando la forma del tiempo, de la situación y sobretodo de ese otro partícipe de la conversación, para entendernos mejor ¿vio? Luego sino comienzan los intentos de remendar malos entendidos y es casi tan engorroso y poco auténtico como relatar un capítulo de los Simpsons.
Asi que, basta de hablar como el orto y nos dejemos de joder la re putísima madre que los parió, ¡culiados!

Inventario de Pensamientos Inconexos

Será quizás por mi situación de desaliño interior, mi pelo que no se reconcilia con la humedad o mi cara que no se acomoda en el espejo. Contando los días, haciendo un sumario de los meses, nada de eso modifica las distancias ni el día en que pueda lograr la combinación perfecta de palabras que elocuentemente puedan demostrar qué pasa cuando un chicle mordido y abandonado se endurece encima de la heladera.

viernes, 24 de agosto de 2007

Acidez Crónica

Cocó Muro informa desde los estudios Cocolandia y se proyecta al mundo no palpable dado en denominar Blogósfera.
A los interesados en esta cosmovisión, y también a los que no, convido un refresco de limonada y un sobrecito de edulcorante si su preocupación es engordar la vista o mitigar el sabor ácido del brebaje.
La travesía cítrica se da a modo de recorrido por la rutina y el sentido común que es el menos común de los sentidos.

Receptores permanentes de un virtual asedio de información, es probable que ya ninguno llame realmente la atención, pero quien se detiene pronto lo nota y quien no lo nota es porque ya se acostumbró.
Bienvenidos, luces, aplausos y a la requetepanconqueso.