Viernes a la noche. Tocaba Cíclope en el España Córdoba que resultó una linda banda y su show, uno muy tranquilo y relajado, carente de exageradas poses pop. Durante el mismo me encargué de amenizar los golpes en la batería con una tos que debe haber exasperado a más de uno de los presentes, pero hice caso omiso a las repercusiones de mis sonidos guturales, productos de una bronquitis que me privó de fumar y, muchas noches, hasta de dormir. Salimos y caímos en la cuenta de que el hambre nos había abierto un hueco en el medio del estómago y que la sensación se estaba expandiendo por todo el cuerpo. Caminamos un poco por Caseros en la zona donde se produjo una explosión de vidrieras iluminadas, lo cual le daba un aire que S. calificó de "europeo" (pretensiosa comparación). Luego de una breve exploración por la zona y una espera poco acertada en la puerta de La Alameda nos resignamos a la idea de conseguir una mesa a esa hora y mucho menos afuera con ese clima tan amable. Buscamos el auto y seguimos explorando, pero ahora con las cabezas asomadas por la ventanilla de la cual emanaba "la nueva canción del hermano plateado", para horror de los habitués de la Cañada. Por fin nos dimos por vencidas y decidimos volver al barrio y pedir por teléfono. No lo hicimos por teléfono, pero si fue un delivery: el atento muchacho nos acercó el pedido desde la puerta de Betos hasta la puerta de la Kangoo. Un encanto de persona.
Llegó un SMS a mi celular que sonó como un toc toc en la puerta y fue suficiente como para convencernos a las tres de ir al infalible Ojo. En la puerta y, luego de hacer el clásico cantito de eeeeeeeee en alusión a la pintada de la pared de enfrente que todavía no podemos adivinar qué es (¿una fábrica? ¿un depósito? ¿o sólo una alusión a la arenga eee?), reparé en el stencil junto a la puerta y a la izquierda del vikingo de la puerta: en negro y con una ilustración de una cara con gafas junto a una leyenda que decía “Fábrica de Snobs”.
Minutos después de haber entrado G. ya estaba peleándose con la chica de la barra porque el whisky era berreta, S. bailaba frenéticamente en el patio con su pelo a lo Mia Wallace y mientras tanto yo escuchaba una conversación sobre lo barata que le había salido la cartera en New York a la chica que se maquillaba y su amiga que decía “¡acá hay alguien que se baña en esta ducha! ¡Hay un Pantene Pro-v!"
…Fábrica de Snobs ¿Y QUÉ?
Llegó un SMS a mi celular que sonó como un toc toc en la puerta y fue suficiente como para convencernos a las tres de ir al infalible Ojo. En la puerta y, luego de hacer el clásico cantito de eeeeeeeee en alusión a la pintada de la pared de enfrente que todavía no podemos adivinar qué es (¿una fábrica? ¿un depósito? ¿o sólo una alusión a la arenga eee?), reparé en el stencil junto a la puerta y a la izquierda del vikingo de la puerta: en negro y con una ilustración de una cara con gafas junto a una leyenda que decía “Fábrica de Snobs”.
Minutos después de haber entrado G. ya estaba peleándose con la chica de la barra porque el whisky era berreta, S. bailaba frenéticamente en el patio con su pelo a lo Mia Wallace y mientras tanto yo escuchaba una conversación sobre lo barata que le había salido la cartera en New York a la chica que se maquillaba y su amiga que decía “¡acá hay alguien que se baña en esta ducha! ¡Hay un Pantene Pro-v!"
…Fábrica de Snobs ¿Y QUÉ?
Busqué de nuevo el significado en Wikipedia y lo confirmo: no quiero ser snob (aunque me gusta pronunciar la palabra).
ResponderEliminarCasi voy al Ojo el sábado con un disfraz casero de oriental, hubiera estado bueno, pero en lugar de eso tuve que terminar borracha en un 147 manejado por la Hormiguita viajera que me dejó en mi casa de prepo. Ni la pirata, ni la chica de la llamada, ni Mary Poppins pudieron remontar la noche.
NO leí este post pero comento igual porque soy pesado.
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