miércoles, 3 de agosto de 2011

Como A Nadie Nunca



Sí, claro que me planteo cuánto podrá sostenerse la continuidad, la constancia, la permeabilidad, la ilusión de perennidad y el entusiasmo.
Probablemente no nos soportemos bajo el mismo techo o llegará ese momento tan temido en que los intereses choquen, o esas pequeñas y tímidas semillitas de desacuerdos y rencores muten en plantas, selvas, cañaverales, impenetrables lejos del Chaco.
Claro que le temo a todo esto, 
más bien le tengo pavor.
Tengo miedo también de que no me soporte y que su tendencia reflexiva y silenciosa se estampe contra mi propensión al ruido, la sociabilidad y el canto en la ducha.
Que nuestras condiciones, contextos y posibilidades provoquen un revuelo en nuestras aspiraciones y pronto nuestro futuro se haga añicos contra el pizarrón de la cocina.
O que simplemente no pueda soportar el desorden, los pelos en el piso del baño o eso de que guarda la fruta en la heladera junto con la bolsa de la verdulería.
Hasta mi perfume puede exasperarlo y devenir irreconocible,
o que ponga el despertador tan temprano y sin embargo me levante tarde.
No lo sabemos, 
mientras tanto le hacemos lero lero a las predicciones negativas.
Puedo dejar pasar el día sin tender la cama,
permitir por una vez que las tazas de café se queden sucias en la cocina,
y que la ropa en el tendedero pida auxilio desde las alturas.
No quiero que sea de noche todo el día.
Ni olvidarme de respirar.
Prefiero la tarea de vivir con amor.
Con mi amor.

Ella No Se Kansa

para mi hermana Maie,
que adora la papa rellena.



El Espantapájaros dice a Dorothy:
"Si las personas tuvieran la cabeza rellena de paja, como lo está la mía, probablemente vivirían todas en lugares hermosos y entonces no habría nadie en Kansas. 
Es una suerte para Kansas que tengan ustedes cerebro".